DE ATRÁS PARA ADELANTE Y VICEVERSA
YO SIEMPRE A LA ESPERA
DE QUEMARME ENTERA
DENTRO DE ESTE INFIERNO
DE UN CANDOR INTERNO
QUE ENCIENDA MI HOGUERA
DEL AMOR CEÑIDO A CRUENTA CEGUERA
si lo prefieren...
DEL AMOR CEÑIDO A CRUENTA CEGUERA
QUE ENCIENDA MI HOGUERA
DE UN CANDOR INTERNO
DENTRO DE ESTE INFIERNO
DE QUEMARME ENTERA
YO SIEMPRE A LA ESPERA
AMOR SENIL
Y, si nos amamos de otra manera?
De esas formas raras que nadie comprenda
olvidando sexos, eso en nada afecta.
Suena muy extraño, quizás te sorprenda.
Pero esa es la forma para que no duela
¿Para que intentarlo? No vale la pena.
Acercar las almas, esa es la idea
Aunque suene a excusas, quizás no lo sea
Te propongo esté nuevo modo
de amarnos, si tú lo quisieras
Intuyendo cuerpos que el tiempo
a las fuerzas, las cambio por penas.
Creyendo acaso que ambas almas
por tanto estar juntas el dolor superan
Para amarse así, de esta forma tonta
Como yo la llamo, de extraña manera.
Sin cuerpos vetustos que frustren la escena
Con almas unidas en acto sublime.
Que a pesar del daño que el tiempo les diera
Consumen su dicha sintiendo que juntas,
El pasó del tiempo de alguna manera,
dolores aparte, las favoreciera.
UNA MANO DE POESÍA
Ha pasado el tiempo de angustia y congoja,
en que la esperanza, pétalos desoja.
Se fueron los años de buscar en vano,
siendo que a ellas las llevo a desgano
Se han ido los celos que todo lo turba y al final desgaja
Se fue el frenesí de buscar el gozo en dolidas cajas
He quedado yo, solo con mis manos, me quedo la paja
LA PENA DEL EL BRUJO
Yo simplemente lo sabía,
no lo deseaba, ni lo suponía.
¿Por qué de mí se espantan?
Confinándome a la lejanía.
Carente de culpa,
vivo en soledad, mis emociones.
Sabiendo de antemano,
mí cruel destino, sin razones.
Razones que me alienten
a afirmar sus magras suertes.
Ni sus postreros lamentos,
ni sus dichas fuertes.
Me ha enseñado, el tiempo,
a acallar mis dones.
Aunque a veces cueste,
no alertar horrores.
Sé muy bien que el fuego Inquisidor,
no se ha extinto, ya que hay miradas
que queman, como el fuego mismo.
No arderé en pira alguna,
Pues mis vaticinios,
bien guardados yacen,
en abismal laguna.
Laguna cautiva de verdades que ahogan,
mí llanto sostenido.
Cuando observo triángulos grises,
en rostros queridos.
Que presagian sin motivo,
que mañana serás uno más,
entre tantos, en el mundo de los fallecidos.
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