EL SARCOFÁGO DE ÉBANO
El primogénito hijo del gran faraón, heredero
del trono de Nubia se sentía obligado por su padre, el gran faraón del
Alto y Bajo Egipto a realizar todos los actos que el mandase para poder
mantener en su poder los atributos dinásticos que su padre le
adjudicara.
El pequeño estado de bastas planicies doradas
suministraba buena parte de los alimentos al resto de los dominios, para
ello su pueblo trabajaba de sol a sol, casi en un estado de esclavitud,
aunque se conformaban con poder mantener a sus familias en sus
precarias chozas de adobe adorando y alzando sus plegarias al gran
sarcófago de ébano, uno de los más queridos íconos de veneración.
Cierto día el gran faraón dio la orden a su
pequeño vástago para que comprará toda su producción de armas, que ellos
solían fabricar en cantidades descomunales, sin tener en cuenta que el
empleo de soldados en Nubia no era muy popular ya que sus habitantes
eran más campesinos que guerreros.
De hecho nunca habían tenido confrontaciones
bélicas con nadie y no tenía porque contemplar el hecho de tenerlas, ya
que carecían de motivos sustentables para ello.
El pueblo esperaba que el mandatario ordenara
la construcción de instalaciones para poder contar con nuevas piedras de
moler el grano, que diera comienzo a la construcción de nuevos canales y
acequias para que las aguas del Nilo regaran más extensiones del fértil
campo, se esperaba muchas obras del novato heredero pero que gastara
todos los recursos del pueblo y se endeudara pidiéndole préstamos en
vasijas de barro repletas de monedas de oro, para poder comprarle a su
mismo padre cantidades de lanzas, jabalines, mazas, hachas de combate,
espadas, arcos de doble curvatura, escudos, carros de combate y botes de
asalto era algo inaceptable dentro de la comunidad y el proyecto de
faraón bien lo sabía.
Se reunió con los sacerdotes del templo para
que sus rituales lo ayudaran a resolver el dilema que se le presentaba y
lo iluminaran para poder ver la salida más beneficiosa para su
gobierno. No podía desobedecer el mandato supremo del dios mismo en la
tierra es decir su padre el faraón, pero tampoco podía traer a su
territorio tamaña cantidad de armamento sin justa causa, pues el pueblo
reaccionaría denostándolo, obligándolo a abdicar al trono. Tanto la
desobediencia al dios supremo en la tierra, como el repudio de sus
gobernados, ocasionaría no poder acceder a la vida eterna, lo cual era
una obsesión entre los faraones y faraoncitos en todo el extenso Egipto.
Era indispensable para su propia salvación mantener en equilibrio la
balanza de Osiris, llevando su corazón tan ligero como el peso de una
pluma.
Se arrodilló ante su imponente estatua,
representación en piedra de su propia estampa ególatra y le aterró
imaginarla sin nariz signo inequívoco del odio de los pueblos de esa
época, que mediante estas reacciones de repudio pretendían dejar vagando
el alma del faraón representado a mitad de camino en su búsqueda por
alcanzar la gracia de Osiris. Observando el coloso, mientras la luz de
las antorchas iluminaban el enorme santuario, amplificando las sombras,
mientras su miedo resaltaba los negros ojos de Isis y Osiris que sin
dudas lo observaban, como así también el enorme sarcófago de ébano, que
tanta devoción causaba en su pueblo.
De repente una ráfaga demoníaca sacudió la mente del líder, el sarcófago me ayudará, se dijo.
El sol apenas comenzaba a asomar en el
horizonte cubriendo las chozas de rojizo fulgor, cuando unos pescadores
espantados corrían gritando por el pueblo, emitiendo desesperados
mensajes de alarma.
! El sarcófago, el sarcófago, lo han profanado
¡ Por favor ayúdennos, está a la deriva, apenas emerge una punta del
mismo en el mar. ¡Sacrilegio, alguien pretendió hundir nuestra fe,
ayuden a rescatarlo!
Era el mensaje desesperado que aquellos hombres emitían por las callejuelas de arena del lugar.
La gente concurrió desesperada a rescatar su
objeto más venerado de las aguas, con ayuda de sogas lograron aferrarlo
antes que desapareciera en las aguas profundas del mar. Pronto los
rumores comenzaron a ganar las calles, las pisadas en la arena eran
clara evidencia que los habitantes de la isla del diablo habían
pretendido arrebatarles su más preciado bien, de esta forma se
intentaba introducir la inverosímil versión de lo sucedido dentro de la
comunidad.
Los habitantes de la isla del diablo siempre
habían ignorado a los Nubios, pues los consideraban seres inferiores en
una etapa de evolución muy retrógrada en comparación. De hecho preferían
comerciar con pueblos más avanzados de ultramar y habían adquirido una
tecnología bélica muy superior por tener conocimientos en el manejo de
la pólvora, la antimateria y la existencia de mundos paralelos que los
Nubios desconocían. Los ignoraban comercialmente, estratégicamente y
religiosamente, los ignoraban totalmente, como uno puede ignorar a las
moscas, si no se vuelven una molestia.
Ni pensaban en los Nubios en realidad y mucho
menos tenían intereses en profanar ningún santuario, ni atacar ninguna
ciudad Nubia, pues carecían de interés y valor para los avanzados
habitantes de la isla del diablo. Esa era la realidad.
Pero en el pueblo Nubio fue instalándose un
clima de guerra, el odio crecía hacia los habitantes de la isla y fue
muy bien vista la compra armamentística que su joven pero precavido
líder realizará, los pertrechos de guerra fueron acarreados hasta el
pueblo por sus mismos habitantes y aunque pocos de ellos eran de
utilidad por estar herrumbrados e inservibles, fueron agradecidos a viva
vos por el clamor popular. El sarcófago de ébano fue restituido con
dolor y respeto mientras el pueblo aclamaba a su líder destacando sus
virtudes guardando las armas recién compradas a la espera de usarlas.
El faraón del Alto y Bajo Egipto también
felicito a su primogénito por sus artes en el embuste, por haber
conservado la nariz en alto ante su pueblo y por haberlo complacido.
Los clamores belicistas de a poco fueron
ignorados ante la indiferencia de los isleños y las armas quedaron
arrumbadas como chatarra. Solo quedo en la memoria de la gente el
sarcófago de ébano profanado al acecho de las olas del mar. Y la deuda
contraída con Dios vivo en la tierra por el préstamo impagable para
comprar tanta chatarrería. Al mismo tiempo en un universo para lelos, la
gente aclamaba los goles de Leo ante Islandia en un recordado y
festejado cuatro a cero. Mientras Donald, su gatito y Ted, festejaban
por las cuantiosas ganancias obtenidas en el último lanzamiento de
Dysney Chanel, a la espera del juzgamiento de un Dios superior a todos.
CROPOLITOS
Por fin mi sueño de toda la vida estaba
tomando forma, desde el municipio me informaban que mi terreno sería
librado de todo embargo en pocos días más.
Años de espera, desde que una medida cautelar
aduciendo deudas inexistentes con inmobiliarias fundacionales del
pequeño pueblo, me trabaran de tener el dominio total de la parcela.
Como bien se sabe inmobiliarias que hacen los
primeros loteos en pueblitos a fundar y municipios o intendencias van de
la mano en los negocios.
Pero, después de casi quince años, podía disponer de mi parcela a mi antojo.
Emprendí entusiasta una recorrida por cuanto
estudio de arquitectura hallaba a mi paso, para finalmente obtener un
proyecto que me complaciera, a fin de encarar la tediosa tarea de su
aprobación por parte de la dirigencia comunal.
Después de infinitas idas y vueltas, reformas
obligadas al proyecto presentado, ya sea por desconocer la normativa en
vigencia que impedía la tala de todo tipo de árbol o arbusto, que bien
supo el estudio de arquitectos subsanar, dejando al proyecto con un
eucaliptus dentro de mi baño. El cual aparte de no contrariar leyes de
tala locales, me brindaría un perfume grato a la hora de ir a evacuar.
Aprobado el proyecto, cuatro años más tarde,
por fin las palas de los trabajadores se movían rítmicas, cavando los
cimientos de mi futura morada.
Semanas más tarde al aproximarme a la obra,
pude observar que los trabajadores, se encontraban sentados, a la espera
de recibir nuevas directivas, mientras otros limpiaban las
herramientas, acomodándolas en las camionetas, con la intensión de dejar
el lugar. De lejos pude distinguir a un raudo capataz de obra que salía
a mi encuentro.
-Disculpe, jefa, la obra se paro por un
pequeño percance, que seguramente el arquitecto sabrá explicarle mejor
que yo –Me comentaba el encargado de la obra cabizbajo.
-¿Problemas con los sueldos? ¿No están cobrando en tiempo y forma? –Pregunte suponiendo, la causa más vulgar que pudiere ocurrir en obras, entre empleados y empleadores.
-No, señora, el estudio se comporta de maravillas con nosotros, hace años que la mayoría del plantel trabaja con este grupo empresarial. –Me respondía el capataz, iluminándosele el rostro de solo pensarlo.
-¿Entonces? – Pregunte en tono enfático.
-Una inspección del municipio, que supo llegar en un momento inoportuno –Se confeso el turbado encargado de obra.
-Pero…¿Respetaron el sacrosanto eucaliptus, para que quede como vivo testimonio del riguroso cumplimiento de las reglas al lado del inodoro? ¿No se les habrá ocurrido talar la rama de la acacia? Ya combinamos con el arquitecto, lo útil que seria, por más que me entrará por la ventana del dormitorio, para colgar la ropa. ¿En que contravención incurrimos ahora? –Elevando innecesariamente el tono de mi voz.
-En nada jefa, encontramos incidentalmente en la excavación un pozo con cosas, que el municipio dijo ser algo así como “Patrimonio de la humanidad” y que deberíamos parar la obra.-Trataba el trabajador de explicarme a media lengua.
-¿Y por que no arrojaron esas putas cosas al carajo, en vez de llamar al municipio? - Demostrándole todo mí enfado al pobre empleado, que no sabía donde situarse.
-Es que, la inspección estaba presente en el infortunado suceso del hallazgo, nada se pudo hacer, sepa comprender señora. – Se trataba de disculpar, el inocente trabajador, ante mi desubicada ira.
-¿Problemas con los sueldos? ¿No están cobrando en tiempo y forma? –Pregunte suponiendo, la causa más vulgar que pudiere ocurrir en obras, entre empleados y empleadores.
-No, señora, el estudio se comporta de maravillas con nosotros, hace años que la mayoría del plantel trabaja con este grupo empresarial. –Me respondía el capataz, iluminándosele el rostro de solo pensarlo.
-¿Entonces? – Pregunte en tono enfático.
-Una inspección del municipio, que supo llegar en un momento inoportuno –Se confeso el turbado encargado de obra.
-Pero…¿Respetaron el sacrosanto eucaliptus, para que quede como vivo testimonio del riguroso cumplimiento de las reglas al lado del inodoro? ¿No se les habrá ocurrido talar la rama de la acacia? Ya combinamos con el arquitecto, lo útil que seria, por más que me entrará por la ventana del dormitorio, para colgar la ropa. ¿En que contravención incurrimos ahora? –Elevando innecesariamente el tono de mi voz.
-En nada jefa, encontramos incidentalmente en la excavación un pozo con cosas, que el municipio dijo ser algo así como “Patrimonio de la humanidad” y que deberíamos parar la obra.-Trataba el trabajador de explicarme a media lengua.
-¿Y por que no arrojaron esas putas cosas al carajo, en vez de llamar al municipio? - Demostrándole todo mí enfado al pobre empleado, que no sabía donde situarse.
-Es que, la inspección estaba presente en el infortunado suceso del hallazgo, nada se pudo hacer, sepa comprender señora. – Se trataba de disculpar, el inocente trabajador, ante mi desubicada ira.
Mientras tanto pude divisar la llegada veloz
de la camioneta del arquitecto, principal responsable de la ejecución de
tan demorada construcción, que abandonaba rápidamente el vehículo, a
mitad del sendero, tratando de abreviar mi espera.
-Hemos tenido la mala fortuna de toparnos
aparentemente con un basto e inesperado yacimiento arqueológico. Estoy a
la espera de la llegada de un grupo de arqueólogos provenientes del
museo del lugar, seguramente levantarán el material de su utilidad y
continuaremos la obra en un par de días más, quédese usted tranquila
señora – Trataba de consolarme el joven arquitecto.
¿Que son unos días más, después de haber
soportado casi veinte años de demoras y tramites? No termino de
despedirme del arquitecto que un grupo de seis personas comienzan a
gatear por mi predio, con pinceles, de diferentes tamaños, palas y
bolsas, mientras otros encintaban el lugar prohibiendo su acceso.
Dejándome libre la esquina delantera izquierda del lote, donde me indicaron que debía pararme, si quería permanecer allí.
Cansada ya de esta situación, llame inmediatamente a mi abogado para ver si podía tomar medidas ante tamaña invasión.
-Voy para allá Gladis, tranquila – Me respondió mi leguleyo amigo.
-Gracias. – Le respondí, sintiendo que la solución se aproximaba
-Gracias. – Le respondí, sintiendo que la solución se aproximaba
En poco más de una hora mi terreno se había
convertido en el lugar de confluencia de múltiples colegiados,
arquitectos, arqueólogos, abogados y escribanos representantes de vaya a
saberse que partes en cuestión, cuando yo ni siquiera comprendía cual
era esa cuestión.
-Gladis, este tema no será, para nada
sencillo, te recomiendo que lo asumas con calma y paciencia, como
primera medida te voy a recomendar que no pierdas el dominio del predio.
Para ello, tienes que demostrar que no posees otro sitio donde vivir y
por lo tanto como muestra de ello, estas obligada a afincarte en el
pedacito de terreno libre, haciendo mejoras en el mismo. Cualquier cosa,
pone un alambrado, planta un jazmín o cualquier cosa y primordialmente
instálate, aunque más no sea dentro de una carpa, yo te ayudo, armamos
un pequeño bañito y todo lo asentamos en fojas mediante la intervención
de un escribano publico.- Me seguía impartiendo directivas imposibles de
cumplir por mi parte.
-¿Y, el trabajo? Me despedirán, si incurro en ausencias, es imposible Alfredo.-Le respondí, casi implorando.
-Es un terreno importante, en una zona en auge, tendrás que elegir entre tu trabajo o perder el lote. Por otra parte siempre te me has quejado de la poca paga y de la negativa de tus empleadores a pagarte las horas extras, viéndolo de este modo, no pierdes gran cosa.- Me aconsejaba mi letrado.
-Pero... ¿Quien me va a mantener el tiempo que dure esta situación? -Le pregunte preocupada.
-No te preocupes hace años que nos conocemos, yo te ayudaré, es importante para mi estar en un caso que prontamente adquirirá notoriedad a nivel nacional, dada tu problemática y la importancia de los hallazgos. Pronto desembarcará la prensa. Mantente aquí, te traeré una buena carpa, provista de todos los implementos para que pases al menos la noche, si esto se prolonga te haré construir un bañito precario, si el lugar lo permite.- Ordenaba mi representante.
-Tratare de cumplir con las premisas que me aconsejas, si me ayudas.- Solo atine a contestarle a Alfredo, sumida en una onda preocupación.
-¿Y, el trabajo? Me despedirán, si incurro en ausencias, es imposible Alfredo.-Le respondí, casi implorando.
-Es un terreno importante, en una zona en auge, tendrás que elegir entre tu trabajo o perder el lote. Por otra parte siempre te me has quejado de la poca paga y de la negativa de tus empleadores a pagarte las horas extras, viéndolo de este modo, no pierdes gran cosa.- Me aconsejaba mi letrado.
-Pero... ¿Quien me va a mantener el tiempo que dure esta situación? -Le pregunte preocupada.
-No te preocupes hace años que nos conocemos, yo te ayudaré, es importante para mi estar en un caso que prontamente adquirirá notoriedad a nivel nacional, dada tu problemática y la importancia de los hallazgos. Pronto desembarcará la prensa. Mantente aquí, te traeré una buena carpa, provista de todos los implementos para que pases al menos la noche, si esto se prolonga te haré construir un bañito precario, si el lugar lo permite.- Ordenaba mi representante.
-Tratare de cumplir con las premisas que me aconsejas, si me ayudas.- Solo atine a contestarle a Alfredo, sumida en una onda preocupación.
Y, si…En verdad los medios de comunicación
llegaron en forma masiva, empuñando sus amenazantes micrófonos, sobre la
cara de la pobre mujer y de todo incauto operario que no se mantuviera
lejos de la salvaje invasión periodística.
Todos los programas televisivos y radiales
daban sus diferentes y disparatadas opiniones sobre lo que acontecía en
ese terreno, mientras se sumaban algunas adhesiones populares, que en
hilera desfilaban frente a la carpa de la desdichada Gladis, algunos
para ayudarla y solidarizarse y la mayoría para llenarse de morbosidad
ante su deterioro moral y físico.
Mientras tanto, la agitación popular llego al
punto de fastidiar al gobierno exigiendo a los investigadores un informe
público sobre lo encontrado en dicho terreno.
La excavación había tomado dimensiones
descomunales, los camiones repletos de tierra removida se encaminaban en
una hilera continua que circulaba por el sendero del terreno a la ruta.
En el terreno solo podía verse un cráter de unos cuarenta metros de
diámetro, acompañado por el añejo eucaliptus en una esquina y por la
pequeña carpa y su precario baño en el vértice opuesto. Seis años habían
transcurrido ya, desde que se paralizara la obra, cuando por fin el
comunicado de los expertos se hiso noticia en los medios. Bajo el
siguiente técnico formato: “Hemos al fin completado una parte de las
investigaciones gracias al aporte de la State University of New York
College At Cortland y sus eximios catedraticos y hoy les podemos
informar que estamos en presencia de uno de los más grandes y antiguos
yacimientos de coprolitos humanos jamás encontrados, estamos hablando de
un cumulo de piezas de alrededor de un millón de años de antigüedad,
junto a un esqueleto femenino de igual data envuelto en restos de una
tela de características plásticas impropias a dicha época y un pedazo de
madera petrificada con inscripciones que no estoy autorizado a revelar,
de momento, pues su mensaje es aún objeto de estudios, espero haber
complacido en parte vuestra expectativa sabiendo dispensar las demoras
en la información de tan inesperado evento”
Los años siguieron transcurriendo y la vida de
Gladis ya había dejado de ser de interés para la prensa y público en
general, aunque continuaba en aquella carpa. Su abogado la había
abandonado y desistido de la causa hacia muchísimo tiempo retirándole
también su efímera ayuda monetaria, aunque a decir verdad a ella se la
veía cada vez en mejor forma, realmente lucía como una diosa vestida en
ropajes cada vez más sugerentes, totalmente superada y casi ajena a su
problemática. Aún podía observarse que recibía visitantes asiduamente a
su carpa, aunque no fuera el centro de las noticias.
Nunca se pudo saber a ciencia cierta el
mensaje de aquella tablilla petrificada portadora de la misteriosa
esquela, obviamente por orden de la curia, que había ordenado minimizar
la antigüedad de los hallazgos reduciéndolos a tiempos evangélicos. A
pesar de ello por trascendidos informales pudo saberse, que en aquel
escrito milenario podía leerse claramente el siguiente mensaje.
“Bienvenidos a la carpita del amor, donde Gladis tiene un pozo de dicha
para todo hombre dispuesto a pagar por unos minutos placer”