martes, 10 de abril de 2018

POESÍA

   
        DE ATRÁS PARA ADELANTE Y VICEVERSA

                    YO SIEMPRE A LA ESPERA
                    DE QUEMARME ENTERA
                    DENTRO DE ESTE INFIERNO
                    DE UN CANDOR INTERNO
                    QUE ENCIENDA  MI HOGUERA
         DEL AMOR CEÑIDO A CRUENTA CEGUERA
                                   si lo prefieren...
         DEL AMOR CEÑIDO A CRUENTA CEGUERA
                    QUE ENCIENDA  MI HOGUERA
                    DE UN CANDOR INTERNO
                    DENTRO DE ESTE INFIERNO
                    DE QUEMARME ENTERA
                    YO SIEMPRE A LA ESPERA

 

                                      
     AMOR SENIL 

                             
              Y, si nos amamos de otra manera?
      De esas formas raras que nadie comprenda
           olvidando sexos, eso en nada afecta.
      Suena muy extraño, quizás te sorprenda.
            

           Pero esa es la forma para que no duela
          ¿Para que intentarlo? No vale la pena.
                    Acercar las almas, esa es la idea
        Aunque suene a excusas, quizás no lo sea

 
                      Te propongo esté nuevo modo
                        de amarnos, si tú lo quisieras
                    Intuyendo cuerpos  que el tiempo
                   a las fuerzas, las cambio por penas.


                  Creyendo acaso que ambas almas
           por tanto estar juntas el dolor  superan
              Para amarse así, de esta forma tonta
             Como yo la llamo, de extraña manera.


       Sin cuerpos vetustos que frustren la escena
               Con almas unidas en acto sublime.
      Que a  pesar del daño que el tiempo les diera
          Consumen su dicha sintiendo que  juntas,
              El pasó del tiempo de alguna manera,
                   dolores aparte, las favoreciera.



    
                                UNA MANO DE POESÍA

                     Ha pasado el tiempo de angustia y congoja,
                           en que la esperanza, pétalos desoja.
                         Se fueron los años de buscar en vano,
                         siendo que a ellas las llevo a desgano
           Se han ido los celos que todo lo turba y al final desgaja
            Se fue el frenesí de buscar el gozo en dolidas cajas
          He quedado yo, solo con mis manos, me quedo la paja 





 LA PENA DEL EL BRUJO

Yo simplemente lo sabía,
no lo deseaba, ni lo suponía.
¿Por qué de mí se espantan?
Confinándome a la lejanía.
Carente de culpa,
vivo en soledad, mis emociones.
Sabiendo de antemano,
mí cruel destino, sin razones.
Razones que me alienten
a afirmar sus magras suertes.
Ni sus postreros lamentos,
ni sus dichas fuertes.
Me ha enseñado, el tiempo,
a acallar mis dones.
Aunque a veces cueste,
no alertar horrores.
Sé muy bien que el fuego Inquisidor,
no se ha extinto, ya que hay miradas
que queman, como el fuego mismo.
No arderé en pira alguna,
Pues mis vaticinios,
bien guardados yacen,
en abismal laguna.

Laguna cautiva de verdades que ahogan,
mí llanto sostenido.
Cuando observo triángulos grises,
en rostros queridos.
Que presagian sin motivo,
que mañana serás uno más,

entre tantos, en el mundo de los fallecidos.

viernes, 6 de abril de 2018

RELATOS

MÍO O TUYO


En la breve, pero siempre bien recordada inocencia de mi niñez, creía poseer una clara noción de lo que me pertenecía, es decir que creía tener un firme concepto de posesión que el tiempo y con él, su aliada inefable, la perdida de la inocencia me desdibujaron totalmente. Era la época en que me conformaba con tener unos padres, una casa propia dentro de un país donde creía podía vivir en paz. Además sabía que podía contar con mi escuela, en cuyo interior me esperaba contenta mi maestra y mis compañeros, que eran idénticos a mí, quizás menos observadores pero iguales que yo, al fin de al cabo. También eran míos, mis amigos de la cuadra y el parque cercano a mi casa, mi hermano, mis peces, todo me pertenecía. Mi cofre de posesiones estaba colmado de alhajas eternas, gracias a contar con un Dios que vaya casualidad, me cuidaba, pues era también mío.

Con el correr del primer ciclo lectivo, el primer inferior que le llamaban en esa época, una vez despojado de mi pintorcito celeste y mi corbatita, me percaté que si bien era un niño quizás más observador que el resto, tenía que esforzarme demasiado por ver las letras en el pizarrón del aula, ya que mi asiento estaba ubicado en la segunda hilera, en verdad, no se porque mi maestra me regalo un banco a tanta distancia de la pizarra, el solo pensarlo, me hacia regresar a mi hogar con fuertes dolores de cabeza.

Fue de esta manera que mi padre me llevo al oftalmólogo donde me informaron que poseía al menos dos cosas que eran  de otra persona y que por tal motivo, yo no las quería tener, más allá de las molestias que me ocasionaran.

La doctora examinándome minuciosamente le explicaba a mi padre que yo tenia su opía y que por tener eso, que era indudablemente de ella, seguramente también tendría su algía. Salí realmente molesto del consultorio, por más que la doctora muy simpática me regalara su caramelo y me entregara su opia y su algia en préstamo. Si era necesario que poseyera algo de eso, era mejor que fuese mi opia y mi algia para no tener que deberle nada a nadie, pensaba yo, con total enfado.

Llegando a casa, enfrente enfáticamente a mi padre regañándolo por no haberle devuelto inmediatamente esos objetos de su pertenencia, ingresando a mi cuarto  y encerrándome en el abrumado, hasta que mi hermano mayor, golpeándome la puerta me llamo a la realidad instantáneamente, dotándome de un escueto pero efectivo balance, en cuanto al debe y el haber que me había tocado en suerte en esta vida. Me acuerdo, sus palabras que me hicieron alegrar enormemente por saber que nada le debía a nadie “Boludito, la médica quiso decir que no ves un carajo y que por eso te duele el bocho. Mañana hablaremos con la maestra para que te ubique en el primer banco y comenzaras a usar unos preciosos anteojos, que serán tuyos de por vida”.

Con el correr del tiempo termine comprendiendo que lo que consideraba muy mío, me fue paulatinamente despojado formando parte de los recuerdos, junto a mi pintorcito celeste y mi pequeña corbatita, para finalmente quedarme con las cosas que en un primer momento juzgue pertenecientes a otro.

En el día de hoy, mi médico me diagnosticó una tú berculosis aguda, que ya no me plantea la disyuntiva si es de mi pertenencia o no, pues sabía que me pertenecía totalmente ya que en breve me llevaría con ella hacia un Dios que ya no se si es el mío, ni si le pertenezco.



                     MÍ JARDÍN DE PRIMAVERA




Llega la primavera, la estación esperada. Los tamariscos me la anuncian anticipada, con millares de inflorescencias reunidas en una explosión de amarillo esponjoso que le alegra la vista a las aves, que presurosas lucen sus plumas nuevas, brillantes, las veo volando cargadas de vida yendo a engalanar sus nidos con pajillas frescas, de suave fragancia. Mientras ensayan la canción que en sus genes portan, ellas saben que tienen que trinar como nunca en estos días para atraer al nido su nueva pareja y lo hacen con renovadas esperanzas.

 Yo las escucho, las veo, las siento y permanezco indiferente mientras el cambiante paisaje me envuelve. De pronto estallan los ciruelos de un rosa compacto que prometen los frutos más dulces, en tanto los almendros hacen de las suyas estallando en cremas y los cerezos en macizos blancos, pompones de nieve, promesas de bolitas bermejas de dulzores varios.

La primavera avanza en mi jardín, la vida irrumpe nuevamente con un frenesí que a todos contagia, las aves ya empollan ilusiones, los arboles prometen almibares en sus coloridas ramas. Todo se renueva.

Pero falta algo cometí, un descuido. Llenaré de azúcar el pica florero, para que esos ojitos que me observan inquietos desde la protección del interior de la hiedra pronto se abalancen y zumben de alegría libando su néctar. Eso es sencillo, mañana al color lo podre observar arremolinarse en calidoscópicos vuelos alrededor del néctar.

 Yo veo la primavera en su esplendor en mi jardín y trato de percatarme que otra imprevisión he cometido, de algo me olvidado seguramente para que el hermoso espectáculo no me contagie, para que la naturaleza rebosante de color y vida haga brotar en mi, algo más que lagrimas.



                     
                          MÍ JARDÍN DE INVIERNO


Otra vez está haciendo frio, pero ese frio que no se calma arropándose, ni incrementando la calefacción, ese frio que ya conozco escarcha interior que me pone la piel de gallina, me congela y me asfixia al mismo tiempo.
Si hasta puedo sentir esos cristales de hielo dentro destrozando cada una de mis esperanzas, me alimento atesorando enormes rosas de hielo que se abren en mis recuerdos, clavando en mi alma las espinas de sus vigorosos tallos, dotando de dolor a un jardín helado y yermo, mi jardín interior, donde la vida se detiene a la espera de la muerte que se tarda. El frio de la angustia más intensa azota nuevamente mis entrañas. Mi exterior hermético no debe permitir traslucir el escalofriante tesoro que en lo interno guardo, lo tengo bien sabido, bien ensayado, de nada sirve abrirme y congelar mi entorno.
Me aconsejarán, se preocuparán por mi, intentarán calentarme con mantas de ilusión, se muy bien que ocurre, cuando permito ver mi interior helado. Me recomendarán tratamientos, que intenten derretir mis inviernos, me volverán a recetar antidepresivos, que conviertan mis rosas en ficticia agua cristalina, que pretendan hacer brotar manantiales de  forzada alegría desde mi alma deseosa de espirar.
No comprenderán nunca que en mi jardín de invierno no crecen depresiones, crece la gélida alegría, la felicidad más pura, en el se esparce el perfume helado de pimpollos salpicados de congelado roció, de una noche interminable de lagrimas por mí hábilmente devoradas, que me colman de una esperanza que me inunda por dentro. Brindándome el regocijo sublime de saber que algún día contando mis flores perderé la vida.

lunes, 2 de abril de 2018

CUENTOS de OTROS MUNDOS

                                                                 Terraplana

Una vez descubiertos, por el nuevo telescopio espacial  NOVEO -1KK  instalado en orbita lunar por expertos de la NASA allá por los años 2050, los lejanos e indelebles anillos de Plutón es que se pudo al fin detectar una especie de vida extraterrestre, totalmente primaria, primitiva al punto que una vez estudiada a fondo se la considero un desperdicio de vida.
Pronto se los dejo de investigar, pues su forma de vida carecía totalmente de interés para seres evolucionados como nosotros. Pero bueno como no tengo nada que hacer y creo que vos tampoco nos tomaremos un tiempo para profundizar en la vida de estos condenados seres, infelices si los hay.
Su planeta era un basto planeta, que proveía a sus criaturas de absolutamente todo lo necesario para una vida digna con la salvedad que carecía de una cuarta dimensión (si consideramos al tiempo, como la tercera), por ende su mundo era plano, milimétricamente plano acompañado en su rotación por millones de asteroides de escaso tamaño que rondaban al pequeño Plutón.
La flora y fauna de Terraplana eran exuberantes, selvas impenetrables daban espacio a extensas sabanas, mientras ríos caudalosos y aplanadas cordilleras daban forma a continentes que morían en armoniosas playas acariciadas por un enorme océano sin profundidad.
Terraplana era lo más parecido a un planisferio bien detallado, donde existía absolutamente todo lo que puede caber en un plano. Sus habitantes habían consolidado diferentes países, brindándole formatos con sus respectivos límites, donde distintas razas trataban de vivir en relativa armonía.
A medida que nuestras zondas espaciales fueron interesándose más en esa numerosa comunidad es que alcanzamos a comprender la organización política y económica de dichos habitantes.
Si bien todos compartían una cualidad común que era su estatura milimétrica, sus formas diferían según su raza o país de pertenencia. También debo destacar que muy raramente, pero ocurría, nacían individuos con fallas genéticas, que se los denominaban hermosos puntitos que hacían felices a sus padres, aunque ellos casi no pudieran verlos.
La discriminación de hecho no existía por decreto los puntitos eran preciosos seres y punto. Y en verdad lo eran. Esta extraña mutación, surgió de una disminución casual de la presión atmosférica que permitía, de vez en cuando, la aparición de una criatura portadora de la tercera dimensión, por lo general nacían pequeñas esferitas de distintos colores, de características hibridas que tenían una visión del mundo mucho más elevada que la de sus padres, una mayor capacidad de traslado,etc, con la contra de que solo proyectaban en la planicie de Terraplana un punto, por lo tanto como la totalidad de los planos habitantes solo podía ver de ellos la proyección de un punto en el plano, los consideraban desafortunados seres disminuidos a su condición de punto, aunque por decreto proclamaban que eran puntualmente divinos.
Los contactos que pudimos tener con dicha civilización solo fueron posibles hacerlos con una sola de sus razas, la que aparentemente ejercía el dominio y potestad del planeta, si bien sus características eran idénticas a las demás razas en cuando a su chatura, tenían una forma de estrella, que los hacia más habilidosos para el combate, ya que con sus puntas podían infringir mayor daño a potenciales rivales que carecieran de ellas. Por lo tanto era en vano indagar en poblaciones de redondeles o cuadraditos pues todas estaban supeditadas a las estrellas, que les ordenaban como debían vivir y le suministraban sus excrementos, que eran publicitados por todos los medios como objetos imprescindibles, a cambio de las verdaderas riquezas que los países poseían.
Pero convengamos que aparte de sus temidas puntas, estos seres estrellados poseían el talento para hacer creer a los demás que su régimen de gobierno era el único posible, que las figuritas con sus patéticos héroes valían más que todas las demás figuritas existentes en el mundo y de hecho lo lograban pues tenían el control de la mayoría de los gobiernos.
Los cuadrados sin ir más lejos, votaban directamente y sin dudarlo a los estrellados para presidir sus países sumiéndose en un estado de semi esclavitud siendo considerados por las estrellas como paupérrimos y despreciables cuadrados, los círculos en cambio para no quedar tan evidenciados solían votar estrellas disfrazadas de redondeles para que los gobiernen; un simple recorte de puntas a la estrellita electoral, le bastaba para aparentar ser un redondel y gobernarlos sumiéndolos en la esclavitud igualmente, los rectángulos optaron por seguir sus costumbres ancestrales, mantenían sus reyes y parlamentos, pero pedían un estricto y detallado tutorial a las estrellas para llevar su país al agrado del poder dominante. De esta manera más o menos se sub desarrollaba buena parte de esta comunidad manteniendo el desarrollo de la raza dominante.
En alguna oportunidad el país de los triángulos se rebelaba confiado en tener tres puntas para la batalla, pero eran declarados parte del eje del mal ,los nombraban peligro para el plano mundo y finalmente eran apartados por todos ,negándoles todo suministro de alimentos, en una decisión que la totalidad de los países aplaudían lo más fuerte posible, pues el estruendo del aplauso tenia un valor de adhesión que las estrellas solían pagar con una buena cantidad de sus valiosos excrementos y valijas de figuritas de sus patéticos héroes.
Una pequeña isla fue totalmente ignorada por toda Terraplana, por el solo hecho de no querer comer esos deliciosos excrementos y despreciar sus figuritas, de hecho el mundo los margino y bloqueo por más de  cincuenta años, una medida inconcebible por todo lo que conlleva. Recordemos que los años en Plutón tienen una duración milenaria, casi incomprensible en nuestro mundo, donde cincuenta años pasan en seguida y es bien visto castigar por ese lapso a un pueblo, aunque sea una isla.
Nunca más volvieron a mandar misiones a ese desdichado planeta, no se sabe si por haberse extinto la vida por completo en esos parajes o porque la vida de esos chatos paisajes  fuera careciendo de interés para propios y extraños.